Sufrió grandes destrozos durante la Segunda Guerra Mundial por lo que fue reconstruida en un proceso que llevó varios años para, por fin, ser reinaugurada en 1955.
Funciona dentro de lo que quedó del Bastión de Augusto, una de las murallas de la ciudad. Cuenta con una gran cantidad de obras de artistas importantes incluyendo a Monet, Miró y Picasso entre muchos más.
Nos encantó el jardín, lleno de árboles de muchos colores y con un estanque rodeado de hojas secas de esos mismos árboles... divino.
Si bien a nosotros no nos fascinan estos museos, nos encanta conocerlos, al menos, por fuera ya que suelen ser edificios imponenentes y estos museos no son la excepción ya que están ubicados en dos palacios del Ringstrasse (un boulevar circular muy atractivo y conocido por contener muchos edificios emblemáticos). Además, forman una imágen muy particular al estar construidos estos edificios en forma simétrica... son iguales! Lo único distinto que tienen entre sí es la estatua que está en sus cúpulas.
Nuestra próxima parada era el Palacio Imperial (Hofburg) pasando antes por la plaza que está junto a él llamada Plaza de los Héroes (Heldenplatz).
También a este complejo pertenecen la Biblioteca Nacional, la Escuela española de Equitación y algunos museos.
Conocimos el Parlamento Austríaco, también ubicado en Ringstrasse. Es imponente por fuera y tiene un aspecto un tanto griego...
Muy cerca de allí pudimos ver la Iglesia Votiva (Votivkirche) y sus dos enormes torres.
Fuimos a la estación, buscamos nuestras valijas y nos dispusimos a esperar... Nuestro tren salía a las 19:30 hs por lo cual comimos una pizza en la misma estación, sentados en unos bancos rodeados de gente que, al igual que nosotros, esperaba su tren y se nos hizo muy amena la espera.
Cuando llegó el momento, nos acercamos al andén y subimos a nuestro primer tren nocturno para el que teníamos reservado un compartimiento para nosotros dos solos. A la mañana siguiente nos despertaríamos en Florencia, nuestro próximo destino!