Sachsenhausen, es un antiguo campo de concentración y actual monumento conmemorativo y museo que queda a unos 35 km de Berlín en la ciudad de Oranienburg.
Nuestra guia era una española muy profesional y amable. Si bien eramos más de 25 personas fue muy sencilla su tarea ya que todos fueron muy respetuosos y educados. En su mayoría españoles (salvo nosotros y una pareja de rosarinos), ninguno realizó preguntas desubicadas ni se tomó más tiempo del estipulado en fotos, distracciones o compras.
La estacion de Oranienburg queda a 15 minutos caminando del campo de concentración y parece detenida en el tiempo, al igual que todo el pueblo (casas de clase media, humildes, sencillas y cuidadas)... Al recorrer sus calles uno tiene la sensación de haberse metido en una máquina del tiempo y que ha regresado a 1940 ... Es muy extraño lo que se percibe, una sensación de escalofrios y horror muy dificiles de comprender... Un sentimiento que nunca habíamos experimentado antes y que es imposible de explicar con claridad... Las palabras más parecidas para describirlo son tristeza y desolación...
Allí funciona una pequeña libreria donde pudimos comprar textos referentes al campo, al nazismo y al régimen soviético. Además, ofrecen un folleto que incluye un muy util plano del lugar . Ademas se exhibe una maqueta que representa el estado del campo entre 1944 y 1945.
Detras de la armeria esta la calle principal del campo, la Lagerstrasse. Es por aqui que se ingresaba a los prisioneros.
Ademas, la Lagerstrasse divide lo que era el campo como tal y el vecindario donde vivia el personal del mismo, con sus familias, sus escuelas, una pequeña clinica y... un casino...
Hasta aquí nada se puede ver del interior del campo ya que está totalmente amurallado por paredes de hormigon y alambres de pua de más de 2 mts. de altura...
Sachsenhausen fue considerado por los Nazis como "el campo de concentración perfecto" ya que su forma de triángulo equilátero permitía un control casi absoluto sobre los prisioneros al no tener puntos ciegos. Estaba cercado por un enorme paredón y contaba con una torre de vigilancia principal y varias pequeñas a no más de 30 metros de distancia entre ellas. Era practicamente imposible escapar con vida, y si alguien lo lograba, los mismos habitantes de Oraniemburg lo denunciaban...
Frente a la torre principal los detenidos debian formar todos los dias... a veces durante horas y con hasta 20 grados bajo cero de temperatura... Podemos dar fe que siendo fines de octubre nosotros, totalmente preparados con camperas y abrigos, hemos experimentado una de las lloviznas mas frias de nuestras vidas (hacía aprox. 4°).
Posteriormente visitamos algunas de la barracas que quedan en pie, muchas fueron destruidas. Estas contaban con camas marineras triples, un baño con un gran pileton en el medio más dos filas de inodoros, y un comedor con largas mesas de madera con un banco de la misma longitud a cada lado... Los prisioneros (aprox. 150 por barraca) tenían la obligación de hacer sus camas, lavarse en el piletón y desayunar (1 pan con agua) en 40 minutos máximo. De no hacerlo correctamente se los sancionaba.
Uno de los ejemplos de sanción era la de probar y ablandar las botas que luego usarian las tropas alemanas caminando 18 horas diarias en círculos por todo el campo, sin comida ni bebida...
Esta es una de las tantas anécdotas que nuestra guia nos relató a lo largo del recorrido y que agregaron más horror aún del que estaba a la vista...
Posteriormente, entramos a otra barraca en donde funcionaba un museo con articulos que se utilizaban en este y en otros campos. También se podian ver distintos uniformes nazis y los famosos pijamas a rayas que usaban los prisioneros (diseñados por Hugo Boss!).
De allí a la cárcel. Esta contaba con varias celdas y calabozos, algunos tan pequeños que era imposible estar del todo parado y menos aún estirar los brazos...
Detrás de la cárcel estaban la morgue y la clínica. Esta última fue utilizada principalmente como laboratorio y centro de investigacion en donde se usaba a los prisioneros como cobayos...
Detras de la clinica, escondidos tras altos muros, estaban un foso de fusilamiento, lo que queda de las cámaras de gas y los hornos de cremación... A esta altura ya uno no sabe si está en un set de filmación, en una pelicula de terror o teniendo una de sus peores pesadillas...
La visita a Sachsenhausen es una experiencia devastadora pero a su vez enriquecedora. Es vivir un poquito en carne propia la crueldad a la que puede llegar el ser humano y al instinto de supervivencia del mismo, más allá de las condiciones infrahumanas que se le puedan presentar. Es experimentar el dolor de ciertas personas y la indiferencia de la sociedad que las rodea...
El monumento a las víctimas de Sachsenhausen: